martes, septiembre 2

sí y no

Aunque muchas veces hago alarde de mis habilidades para procrastinear, deben saber que también trabajo, y mucho... porque esto de acercar a los pueblos no es fácil, en especial cuando uno es competencia tan dura del otro. En fin, hace un par de años dejé el trabajo de PGR; ahí como en todos los trabajos de serie de televisón tipo 24, hay hora de entrada más no de salida, celular intervenido, visitas de investigación domiciliaria y hasta posibilidad de ser acusado de desvío de información y asociación delictuosa si por casualidad se dejaba un documento fuera de su lugar o un papel sin destrozar en el bote de basura, etc.

Obvio eso no da lugar para una vida social tan bonita y pródiga como la que muchos queremos, por eso, cuando hice la entrevista de mi actual trabajo me dijeron ¿y no se te hace mucho que el horario sea de 9.00 a 18.00? -ah no, súper para mí. Entonces con un mayor espectro de vida personal empecé a hacer un montón de planes así de ... ahora sí me voy a meter al gimnasio, voy a pasar mis clases de alemán en la tarde, regresar a practicar caligrafía, ver a mis amigas, y en una de esas hasta terminar el montón de libros en mi buró.

Pero cual nuevo rico con su fortuna, toda esa cantidad de tiempo extra se vino a convertir en una serie de excesos, por ejemplo, me dio por agendar una cena todos los días, ir de compras innecesarias y ver toda la televisón que no había podido en los últimos 6 años.

Pa' cuando me di cuenta, porque la ropa ya no me quedaba, decidí que entonces lo mejor era volver a la workoholeada: muy malo. Con kilos de más y convencida que matar mis horas de ocio con trabajo extra era la mejor opción, me inserté de nuevo en ese círculo, pero prontamente razoné y pensé: ni madres, estos no me pagan las horas extras y entre más tiempo pase aquí, mayores serán las posibilidades de que me escabulla a la despensa y regrese a mi silla a comerme el paquete de galletas (porque no soy de las que comen nomás una).

Este es mi primer intento de rendención.