viernes, noviembre 7

Meine Perle an der Spree

Tomando en cuenta que el viaje a Corea duró la impensable cantidad de 22 horas, ahora el camino a Berlín fue mucho más corto, obvio la paranoia del accidente de Mourino me hizo hacerla de pacificadora entre la gente del aeropuerto que preguntaban -pero no son terroristas verdad?

En fin, en cuanto llegué a Berlín, mi Frank y mi Eric estaban ahí... él también dice que tengo la voz más dulce, y Frank... Frank dijo que lo de los bebés de Schatzi y Huggie era de esperarse, que de milagro los perritos no salieron con tres ojos, estaba un poco ofendido.

Y es que como sea, el hecho de regresar a un lugar que se quiere tanto siempre crea expectativas por lo que pueda pasar. Técnicamente la ciudad es la misma, igual de gris, igual de fría, igual de buena para caminarla, Berlín nunca fue para mí esa de las fiestas del verano, la verde, la del mundial.

Eric me dijo que seguía en Friedrichsain muy cerca de la casa antigua, lo cual para mi sentido de orientación sirvió de mucho, ahora en lugar de la Frankfurter Tor, bajamos en Warschauerst... ahí empezó. Friedrichshain ya no es igual, Eric tenía razón cuando hace 4 anios decía que acabarían con el espíritu del barrio, y es que la estación del tren está bien diferente, las salidas son otras, las vistas son otras, incluso hay un centro comercial que le da en la madre al panorama, hay un hotel de paso en la esquina de la casa que me recuerda un poco la zona roja en Gimhae... lo peor de todo, es que las calles están llenas de cafecitos con pubertos... bueno no, lo peor de todo es que el gobierno quiere un Berlín moderno.

Están haciendo edificios a la orilla del Spree, remodelando los edificios de la Rigaerst... y tirando el Palast der Republik. Me dieron un poquito de ganas de llorarle una lágrima al otro Berlín , el viejito.

Putos.